Estábamos de compras por el Pasillo Verde de Madrid cuando mis ojos se posaron en el centro de la plaza de Francisco Morano. Un Sólido Platónico se encontraba custodiando la glorieta. Un cubo irradiaba desde el centro, la naturaleza de su propia energía. Recordé que hacía algunos años ya había escrito algo sobre ellos y sobre algunos obeliscos que se encuentran en las calles de Madrid. Por supuesto lo busqué.
El 22 de Marzo del 2015 ya escribí sobre estos obeliscos en mi Facebook. Una brevísima referencia titulada LOS OBELISCOS DE MADRID. Decía lo siguiente:
“En Madrid no existen obeliscos milenarios egipcios como los que se pueden ver en el mismo Egipto o los expoliados y llevados a Francia, Inglaterra, Vaticano o EE.UU. Ni tampoco gigantescos y modernos obeliscos como los de Washington o Texas.
Pero sí existen otros que no por ser más pequeños y modernos, andan carentes de curiosidades.
En Madrid existen tres obeliscos, casi gemelos, de 30 metros de altura construidos en acero, y que rematan los dos extremos del Pasillo Verde Ferroviario, junto a las estaciones de Metro y Cercanías de Pirámides (Plaza Ortega y Munilla) y de Delicias. Junto a otro similar que se sitúa en la calle Santa María la Real de Nieva. Todos ellos del arquitecto Manuel Ayllón, autor también de un singular conjunto escultórico, junto al obelisco de la Plaza Ortega y Munilla, que recrea los “Sólidos Platónicos”.
Toda esta zona del Pasillo Verde Ferroviario está regada de simbología masónica, sobre todo la zona de la Puerta del Sur, en el Parque Tierno Galván, entre Delicias y Méndez Álvaro.
Junto a estas modernas «piedras de toque» masónicas, hay también otros obeliscos construidos durante el siglo XIX, como los dos obeliscos de la Glorieta de Pirámides; el obelisco de la Fuente Castellana, hoy día en el Parque de la Arganzuela; el Obelisco de los Héroes del 2 de Mayo, que se encuentra en la Plaza de la Lealtad, frente al Hotel Ritz. E incluso en el pueblo (ya barrio) de Vicálvaro, existe otro obelisco en el parque de la Vicalvarada.”
Hoy quiero extenderme algo más sobre ellos…y ponerlos sobre el plano.
Las figuras escultóricas de un hexaedro, un icosaedro, un tetraedro, un octaedro y un docecaedro, es decir, las formas conocidas como Sólidos Platónicos, parecen colocadas caprichosamente por algunas plazas y calles del distrito de Arganzuela de Madrid.
Son poliedros convexos tal que todas sus caras son polígonos regulares iguales entre sí, y en que todos los ángulos sólidos son iguales. Unas formas a las que ya desde la antigüedad se las han atribuido características mágico-místicas.
Los mismos que Platón describió en “Los elementos” de Euclides y que el neoplatónico Proclo atribuye al mítico Pitágoras su descubrimiento, al menos del tetraedro, el cubo y el dodecaedro. A Teeteto posteriormente parece ser que se le atribuye añadir el octaedro y el icosaedro.
Son las formas geométricas con las que desde antiguo se piensa que está constituido el universo.
Cada una de ellas puede tener diversas simbologías y relaciones:
- El tetraedro con el fuego
- El icosaedro con el agua
- El cubo con la tierra
- El octaedro con el aire
- El dodecaedro con la materia del universo mismo…con el quinto elemento…con el éter.
Pues estas formas poliédricas están repartidas, muy juntitas por Madrid, junto a tres obeliscos.
En sus diseños están implicados el arquitecto Ismael Guarner y el escritor Luis Racionero, aunque quien parece estar detrás del proyecto es el arquitecto Manuel Ayllón, quien lo impulsó cuando era Consejero Delegado del Consorcio Urbanístico del Pasillo Verde Ferroviario.
La geometría como ciencia sagrada que lleva al ser humano hacia un orden divino. Una ciencia de la que los pitagóricos sabían mucho y que tiempo después, la masonería especulativa, heredera de aquellos maestros canteros medievales, ha tratado de reproducir de distintas maneras. Un modo de ordenar místicamente los espacios urbanísticos que aparentemente nacen y se desarrollan anárquicamente. Solo aparentemente.
La trascendencia en arquitectura se consigue entre otras cosas, “ordenando” los espacios. Haciendo que estos se armonicen mediante diversas formas ligadas a la “geometría sagrada”. En realidad este término es una redundancia, ya que por definición, toda geometría es de por sí, sagrada.
Cinco grupos escultóricos que representan los Sólidos Platónicos se encuentran en una “línea curva”, por todo el distrito de la Arganzuela.
Cada uno de los grupos escultóricos marca en superficie el recorrido de la línea 10 de Renfe que parte de Atocha.
Los extremos de esta línea se encuentran en la confluencia del paseo de los Melancólicos con la calle Santa María la Real de Nieva, dónde se encuentra la figura de un DODECAEDRO y uno de los tres obeliscos. Y el OCTAEDRO que está en la Glorieta de Santa María de la Cabeza, frente al número 14 en el que hay un pequeño parque que lo semioculta.
– DODECAEDRO (y obelisco)
– HEXAEDRO
– TETRAEDRO (y obelisco)
– ICOSAEDRO
– OCTAEDRO
– Obelisco
La direccionalidad del Camino iría en sentido contrario, es decir, desde el último obelisco (en Delicias) hasta el dodecaedro (la figura aparentemente más compleja y perfecta).
Entre medias, tras el dodecaedro, podemos encontrar en la Plaza de Francisco Morano, punto en el que se cruzan el Paseo Imperial con el de Pontones y el Paseo de Juan Antonio Vallejo-Nájera Botas, la figura de un HEXAEDRO, un cubo gigante sobre un pequeño pedestal también cuadrado que está rodeado por las formas de los otros cuatro sólidos platónicos más pequeños, que se encuentran situados en las cuatro esquinas del pedestal.
Si continuamos por este último paseo, más conocido popularmente como Pasillo Verde, llegamos a la Plaza de Ortega y Munilla, justo dónde se cruza el Paseo de las Acacias con el Paseo de los Olmos. Allí se encuentran otros dos hitos urbanísticos singulares. Una nueva escultura de los sólidos platónicos, con la diferencia de que esta vez es la figura piramidal del TETRAEDRO la que es de mayor tamaño y ocupa el centro del conjunto. A su espalda se encuentra un nuevo obelisco.
Si continuamos por el Paseo de Juan Antonio Vallejo-Nájera Botas, en la confluencia con el Paseo de la Esperanza, se encuentra la figura de un ICOSAEDRO. Pero antes, en el cruce con la Calle de Arganda, nos encontramos con la Parroquia Nuestra Señora de Europa, donde se encuentra también algo singular. En la pared de dicha parroquia se puede apreciar una KAMEA de JÚPITER o CUADRADO MÁGICO DE CUATRO POR CUATRO.
Y como ya dije, en la Glorieta de Santa María de la Cabeza, justo donde comienza el Paseo de Juan Antonio Vallejo-Nájera Botas. Frente al número 14 de la glorieta, semi escondido también por una pequeña zona verde se encuentra la figura del OCTAEDRO.
Y si continuamos hasta la estación de cercanías de Delicias punto en el que confluyen el paseo de las Delicias con la calle Ferrocarril nos encontramos con un nuevo obelisco, gemelo de los dos anteriores.
Pero si seguimos un poco más allá, por la calle Cristo de Camino, atravesando el Museo del Ferrocarril de Madrid, llegamos al verdadero “kilómetro cero” de esta Vía Mística. Es la Puerta del Sur en el Parque Enrique Tierno Galván (junto al Planetario de Madrid).
El arquitecto que diseñó la Puerta Sur es Manuel Ayllón (al que ya mencionamos con anterioridad). Esté publicó en 1993 un libro bajo el título «El acercamiento profano al arte sagrado», en el que explica el significado de esta Puerta inaugurada el 1 de junio de 1992 por el alcalde, José María Álvarez del Manzano.
Un libro que supone un auténtico tratado de arquitectura sagrada, de alquimia y de cien cosas más. En esta obra hace un repaso del porqué de cada pequeño detalle que introdujo en este proyecto arquitectónico-urbanístico. Desde las formas geométricas constructivas, las farolas, el baldosinado, el tablero de ajedrez en el suelo en blanco y negro (marcando una nueva kamea, esta vez la de ocho por ocho, la de Mercurio), la elección del lugar exacto, aquel en el que se cruzan dos ejes (N-S que sigue la línea del Cerro de los Ángeles hasta el antiguo Observatorio Astronómico de Atocha, pasando por el que denomina Cerro Negro; y el eje E-W que viene dado por el ascenso y declinación de Sol). Todo, hasta el más mínimo detalle tiene su razón de ser.
El 10 de Noviembre del 2014 escribí también para Facebook, una breve reseña de un lugar. El mismo al que Ayllón denomina Cerro Negro, en línea recta hacia el Cerro de los Ángeles. Antiguo vertedero cubierto hoy día por tierra y al que define no solo como vertedero de basura físico de Madrid, sino como auténtico vertedero energético-emocional de la capital. Lugar de reciclaje de energías densas.
UNA PARTICULAR PIRÁMIDE EN MADRID
“Un lugar interesante de nuestra ciudad es un antiguo y reconvertido vertedero y escombrero cercano a la Caja Mágica y al Nudo Sur de la M-30, en el punto más alto del Parque Lineal del Manzanares. Una escultura de Manolo Valdés, inaugurada en el 2003, llamada “La Dama del Manzanares” corona la cima del cerro artificial de la Atalaya, representando “una cabeza de mujer mirando al norte”. El cerro sobre la que se asienta tiene una forma piramidal de 21 metros de altura cuyo proyecto fue obra del gabinete de Ricardo Bofill. Este promontorio piramidal está construido sobre un punto telúrico muy interesante de la capital”.
Nuestras ciudades están salpicadas aquí y allá de elementos que no suelen ser del dominio público, pero que sin embargo ahí están. La funcionalidad no está reñida con el simbolismo o con la magia pura y dura.